Cuánto corriste entre
atardeceres
Allí en la loma
despintada donde fuiste el
color,
Cuánto navegaste entre
tus propias lágrimas
Fugándote entre flores
que se hacían trompeta
Al correr hacia mí;
No era alegría la que
dormía en tus ojos
Sino una esperanza
auspiciada por el sol
Que amaba cerca y
miraba tan lejos
Conectada a un esbelto
caballo blanco imaginario.
El tiempo nos ha
decantado de las estatuas que
esculpimos
Mezclando la ternura y
la piedra para hacer nuestro
pan.
Hoy, mañana y los próximos días
Pese a todos los
pronósticos
Pese al útero de esta
aparente venganza
incomprensible
De los hados
Sigues danzando en mi ciudad
Sigues danzando en mi ciudad
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