Como cascada brusca cayeron los ríos
y en una nada mansa década dormitan hoy
atroces batallas entre ensayos.
Hoy las furias y sus broncas melenas
colmillos son de amarillo hueso en la mortaja.
Entre tus cabellos suaves y mis dedos retorcidos
hilamos un paisaje matutino
de atrevidos tordos raucos.
Mis duros y ásperos gestos
recibieron la fibra de los altos y dulces dátiles
de tus pródigas palmeras.
Me devolviste risa ilusa y transparente
en el oasis ardiente de mi sed seca.
Queda satisfecha la panza de la retina
y mirándose tus ojos y mis ojos
violentas se suceden
volátiles contemplaciones
como los truenos de la espuma.
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