Traducción de Luis Raúl Calvo
En el vacío azul que
separa continentes y mundos
los rayos del sol se
filtran a través
de las pestañas de los
pinos.
El lago brilla haciendo
menudas arrugas
en los ángulos de sus
ojos,
risas y gritos flotan
sobre la cresta de la brisa;
estirada, en la arena
húmeda del norte espero
que todo termine
rápidamente.
Aguardo la muerte.
Unas hormigas,
anunciadoras de tormentas
trepan sobre mis brazos
y mis senos.
El cansancio del ocaso
nos muestra sus
caras desconocidas.
Algo se ha usado
irrevocablemente dentro mío;
sola, con la amargura
ajena del viento
veo pasar las horas, los
días, las semanas,
observo la luz
descendiendo sobre los altos tallos,
y como después
penetra en la tierra,
y se transforma en
tinta.
Las palabras
tienen el sabor del beso-sello
de los labios del indio
Inca
ennegrecidos por el
tiempo.
Las nubes cambian su
forma, salen del paisaje
otras vuelvan a ser
desde los abismos,
la inquietud del agua
se funda en la
piel del lago.
Esfúmame césped,
acaríciame viento,
dadme a beber el sueño, la frescura
desde el hueco de vuestras manos.
Quiero embriagarme
beber la muerte
como un dulce veneno.
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