Ciudad de Méjico, febrero de 1695
dos meses antes de su muerte
Yo, la
encerrada en el cosmos, muda en mi celda de anchura.
Qué vano ese
jardín de las Españas, sola no sola,
sin vanidad
de cortes, sin virreina, sin la aureola
de la honra
al poema, vivo silencio de armadura.
Voy al aula
del dios de las semillas y sin premura
ando los
muros contenta, toda piedra en su corola
es aire que
me traspasa, aquí todo mal se insola,
un astrolabio
en la luna, la muerte no me apresura.
Rostro
avivado en la peste, muerte soldada a mi esfera,
pálida niña
a la vera, fiel envés de la hermosura,
me destila
la sustancia, la sílaba verdadera,
le soporto
las visiones y el don de literatura.
Y la libo en
el aliento, mi dama, la medianera,
que me
aureola en los astros y me fija en la espesura.
2017
Que placer es leerte mientras te visualizo, con tu fuerza en las palabras y en tu espiritu. Es hermoso este poema. Hizo que me trasladara a esa epoca y hasta vislumbrara a Sor Juana Ines. !Felicitaciones!
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