Soy
dueño de aquella larga figura
rompiendo
contra el muro de piedra,
una
sombra esquiva que con fragilidad
se
alza al caer la tarde…
Soy
la irrefutable prueba
de
un errante
que
sin dudar suelta sus furias
color
a tierra seca
pastosa
y adosada…
Soy
el mismo que
ha
de vivir las glorias del mañana
cantándole
a las praderas
pregones
de labranza…
Soy
quien ha de hundir sus manos
en
los pechos de una doncella
encendiendo
pasión y locura…
Es
así como entiendo
debe
enfrentarse la vida
con
la alegoría de la lujuria
con
la furia de los ensueños
con
la firme idea de estar inventando tardes y noches
en
las que la existencia es plena
alocada
y un tanto absurda
tan
llena de circunstancias nimias
que
siempre alcanzará para inventarse un mundo…
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