jueves, 21 de julio de 2016

Mariposas Dolorosas por Ernesto Valentín Sánchez



El tiempo transcurre inexorable.
Un solsticio de verano repetido
una docena de veces, tal vez,
desde que un alma desprendió de sí
una miríada de mariposas de amor
buscando éstas, un espacio vacío
en otra alma, lugar de vivencia.
Colisión, temblor;
aguas locas en crecido río
desbocado en consecuencias.
Dolor, salitral, sabor salino.
Desfases de circunstancias.
El lance de la saeta
y el blanco de destino
sumidos vibraban sin coincidencias;
en el éter quedó todo;
mariposas de amor, esperanzas, caminos…
El amor propone, la vida dispone.
Allá iría ella con su pescadora red
que atrapa mariposas que se fugan del alma
para volverlas a su lugar natal
o liberarlas en otra playa para calmar su sed.
Vida y tiempo campos infinitos son
para soltar de nuevo las mismas mariposas
sin tener que volverlas a atrapar.


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