Anoche esperé a que todos
durmieran
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para salirme a bailar
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Volaba, feliz y con mis
alas agitaba
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y espantaba a los fantasmas
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envidiosos que me querían
bajar
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Bailaba dichosa mirando
mis alas
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y era killicha, lechuza
de media noche
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dueña de caminos y
tejados
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volando de un extremo a
otro
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Miraba a los arbolitos
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que se volvían niños mientras dormían
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miraba los ríos
cansados de estar brillando todo el día
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y que también dormían
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Era la reina de la noche
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No tenía límites en mi
volar
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Era la lechuza dueña de los cielos
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de los árboles y los
tejados
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Dorada y plateada,
iluminada
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volaba a toda velocidad
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impulsada por la luz de
mi cabeza
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y por la veloz
vibración de mis alas de oro
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Ahora mismo, soy una
lechuza terca y perdurable
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que no se resigna a los
tiempos
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Soy una lechuza que aún
vive en los cerros
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como hace mil años
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Vivo en el cerro más alto
que cuida la ciudad
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hago mi paradero
preferido
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en la torre de la iglesia
más antigua
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Soy el ave, reina de la
noche
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que divisa atenta desde
los árboles
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el juego de luces de las ventanitas que se apagan
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Soy la Killicha que
conoce cada calle por su nombre
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y sabe de memoria el
comienzo y el final
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de toda pequeña avenida
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Soy un ave que alimenta
sus vientos con tanta felicidad
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A veces, me suspendo en
el aire infinito
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con la ilusión de que se
ha detenido el tiempo
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( solo algún gato techero
me vuelve a la realidad
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y se que estoy descendiendo)
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Rondo la ciudad, dueña de
la noche
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salpico todas las casas con mis alas de
escarcha dorada
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Nuevamente agito mis alas
y llego hasta lo más alto
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y caigo en picada
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en medio de chillidos
interminables
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envuelta en vientos y felicidad
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