Con parsimonia
la hoja del
anturio
se inclinó para
impulsarte.
Te invitó al
vacío.
Te vi caer.
Sin miedo
rodaste sobre
el pasto mullido.
Revientas,
valiente
traslúcida
molécula
átomo
nada.
Hoy, acaricias
la sombra de
los recuerdos.
Abrazas la
fuga,
rozas el
infinito.
Con uñas
sangrantes
extirpaste tu
dolor.
Sudaste
la ponzoña
que te tragó el
alma,
obligaste
a tu cerebro a
migrar
hacia la
cordura.
Cuéntame qué se
siente
no ser y ser:
tocar la
humedad
y la arena
quemante,
explotar sin
ser vista
y tocar los
confines de la creación.
El sol
se refleja
en tu mirada,
fija en el
derrotero
de tu valentía.
Yo estuve allí
Yo lo vi.
Precioso poema para una persona que ya no es parte de la humanidad corpórea pero sigue en ese otro universo de luz y posibilidades. Mi felicitación para usted.
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