Las tardes de junio me conmueven,
quisiera
alargarlas ad infinitum
y fundirme en
su abrazo soleado.
Las tardes de
junio
zarandean mis
emociones
y me llevan a
un pasado que añoro
y que tal vez
nunca viví.
Algo remueven
en mi alma
los
atardeceres rojos
En tanto me
cubren sus sombras calurosas.
Siento la
melancolía
del sol que
se despide moroso
de los
quehaceres del día,
siento la
herida de los recuerdos
que clavan
agujas en la garganta
y graban un
marchamo de añoranza
en el fondo
de mi almario.
Pero sé que es
injusto
envolverme de
nostalgia.
Sé que es indebido
este dolor de
las tardes.
Debería
agradecer la llegada de la noche
arropada con
el manto del sosiego,
debería dar
gracias infinitas
por las
tardes de junio
en esta
tierra bendecida e inconsciente
que se olvida
de la maravilla
de vivir en paz.